Todas las tardes unos pequeños hombrecillos, sombrero en mano, salen de no sé dónde y se paran sobre una piedra para bailar. El más pequeño de todos, haciendo unos raros movimientos, toca un inmenso tambor mientras todos los duendes bailaban a su alrededor. Insólito espectáculo que desafortunadamente disfruto sólo en punto de las seis. ...Sebastian Carvajal

Todos estaban ahí

miércoles, agosto 15

Hoy tuve la grandiosa idea de llegar media hora antes al entrenamiento, no por puntual, sino para lograr ver el final del entrenamiento de las niñas de voly. Es evidente que mi intención era verla, pero inesperadamente me topé con que gran parte del equipo de fútbol había llegando antes que yo.

Me sentí como un tonto, la escena me pareció tan cómica como desagradable, no podía -o al menos no quería- permanecer ahí, pues no iba a ser yo uno más de los admiradores de Natalia Legorreta.

Furioso por dentro, me fui al entrenamiento.¿Por qué tenía que suceder así? ¿Por qué me gusta una chava que en un par de días se ha convertido en la más popular del colegio? ¿No podría ser todo mucho más sencillo?

Durante esas dos horas no dí una, mi mente estuvo ida todo el entrenamiento. ¿Qué pensará una niña en una situación así?, ¿Cómo me ha podido afectar tanto? ¿Realmente me gusta? –Sebastián está guapísima. –Pero no me ha puesto atención… ahora si que... ni siquiera sabe cual es mi nombre.

No hay comentarios: