Un auténtico quema llantas

1964 representó para la Ford el año más exitoso después del Modelo T. Sin embargo ése fue sólo un primer intento por producir más tarde el auto deportivo de tracción trasera nunca antes ni después soñado. Bajo la dirección del ingeniero y diseñador Carroll Shelby y después de intensas jornadas de trabajo la Ford presentó en 1965 el Mustang Shelby GT350. Desafortunadamente para el mundo ese año solamente se produjeron 562 unidades. Ese modelo de 8 cilindros y 271 caballos de fuerza es capaz de alcanzar hasta 135 millas por hora y rayar con sus Goodyear Blue Dot cualquier tipo de asfalto. Es un auténtico "quema llantas".

Todo el que ha tratado con papá, profunda o superficialmente, se da cuenta con facilidad que una característica distintiva en su modo de ser es la austeridad. Siempre está ahorrando por un lado o por el otro. Su modo de vestir es sencillo y elegante, rara vez usa ropa de marca. Todas las noches al llegar del trabajo busca los típicos "poquitos" que sobraron del desayuno o la comida para terminar con ellos a modo de cena. No suele tener cosas personales. De ordinario al subir al carro prefiere abrir las ventanas en vez de prender el aire acondicionado. Al llegar del supermercado con mamá dobla cuidadosamente cada bolsa del mandado para reutilizarlas en el futuro. Se asegura de cerrar las cortinas por la mañana para que los muebles no se lastimen con el sol. Se la pasa apagando luces por toda la casa mientras todos la prendemos sin consideración. En conclusión es para mí un verdadero ejemplo de pobreza y desprendimiento. Sin embargo, como todos, tiene un punto débil: El Mustang.

Hace cinco años que papá compró un Mustang '65 Shelby GT350. Es su adoración. Poco a poco lo ha ido reparando hasta dejarlo verdaderamente como una joya. Solíamos ir a pasear los domingos por la ciudad y no creo que hayan muchas otras cosas que el disfrute tanto.

Hoy, llegué del entrenamiento muerto. Iba por el pasillo caminando con mucha dificultad, listo para darme una ducha cuando veo a papá sentado sobre mi cama.

--Y ¿qué tal? ¿De nuevo te mató "el cubano"? Después de ducharte, asegurate de darle una revisada al Mustang, para que mañana no tengas problemas.

Me quedé en silencio... estupefacto.

-- Pero... no entiendo.

-- Bueno, mañana es tu cumpleaños y pensaba que tal vez te haría ilusión tomar prestado mi carro.

No lo podía creer y después de darle un fuerte abrazo a papá corrí a contarle a todos en casa.

Llevó ya más de una hora en la cama y no puedo dormir.